¿Dónde estamos?
Si viene en coche puede dejarlo en el Parking de la calle Fernando el Santo, 11. Le sellamos el ticket (primera hora gratis). Sujeto a disponibilidad
Contacto
Eventos y grupos
Horario
Restaurante/sala:
Lunes a domingo de 13.30 a 17.00 y de 20.30 a 00.00
Cocina:
Lunes a domingo de 13.30 a 16:00 y de 20.30 a 22.45
Bar Benares:
Lunes a Miércoles de 13.30 a 16.00 y de 20.30 a 1.00
Jueves a domingo de 13.30 a 1.00
Consumición mínima en horario de cena de 35€ por persona
El restaurante dispone de espacio limitado para carritos de bebé. Por favor, notifique a nuestro equipo de sala para atender sus requerimientos.
En nuestra sala vemos a diario como los vinos españoles se entienden muy bien con la cocina india. Le dan frescura, ordenan las especias y ayudan a que cada bocado llegue con más claridad. Te contamos cómo pensamos estos maridajes en Benares Madrid, con algunos consejos para probar en casa.
Antes de abrir una botella, miramos el plato, pues no reacciona igual un curry Malabar con coco y hojas de curry que un tandoori con ese punto ahumado del horno. Tampoco es lo mismo acompañar un chutney de mango que un encurtido de lima. A partir de ahí, buscamos vinos que aporten limpieza, acidez amable y, si hace falta, un poco de volumen para sostener la salsa.
La textura importa, y los platos cremosos como el butter chicken o el dal makhani agradecen blancos con trabajo de lías (la crianza sobre las levaduras del vino, que aporta cuerpo) o tintos de tanino suave. Si la receta es más seca y directa, va mejor un vino tenso y lineal, de esos que “marcan el paso” sin asomarse demasiado.
Y la temperatura termina de ajustar el conjunto, por lo que un blanco servido algo más frío ayuda a domar el picante; un tinto apenas refrescado acompaña sin imponerse.
Los blancos atlánticos funcionan de maravilla con nuestras especias. El albariño, con su acidez viva y toque salino, ilumina entradas como una ostra con jengibre y manzana o un chaat crujiente. Limpia el paladar y prepara el siguiente bocado.
El godello aporta un poco más de cuerpo sin perder frescura. Con pescados al tandoor o curries suaves de coco hace buena pareja: sostiene la grasa, redondea y no tapa. Cuando queremos un perfil herbal y frutal para platos vegetales —piensa en coliflor al horno con alioli de lima encurtida—, buscamos verdejos precisos, con madera muy discreta y alcohol contenido.
Si la receta lleva yogur o un chutney dulce, preferimos blancos secos y tensos porque evitan sumar dulzor y mantienen las especias en su sitio.
Con tintos, la palabra que se busca siempre es contención. Las garnachas de altura, como la fruta roja limpia o el tanino amable, acarician platos como el cordero especiado o el ciervo al tandoor; la madera, si aparece, debe ser como si fuera un susurro.
Por su parte, la mencía ofrece otra vía, más floral, ácida y ligera, que respeta el cilantro, el comino o la cúrcuma. Servida un grado más fresca, mantiene la conversación entre la copa y el plato sin subir la sensación de calor.
En todos los casos, buscamos jugosidad y graduación moderada para que el vino invite a seguir comiendo.
Ahora, el rosado bien elegido es exacto. Con samosas, pani puri, aloo tikki o encurtidos, un rosado seco y con estructura aporta fruta, tensión y una leve tanicidad que sujeta fritura y picante, además de refrescar sin borrar textura.
Y cuando el plato mezcla crujiente y cremosidad, los rosados con un toque de crianza sostienen el final y evitan sensación de azúcar.
En mesas compartidas o en terraza, el rosado permite un maridaje transversal, porque acompaña con soltura del primer bocado al postre con fruta, sin necesidad de cambiar de vino a mitad de comida.
Hay platos que piden burbuja, y suele pasar con las frituras ligeras, con tandoori o con recetas que juegan a la vez con dulce y ácido, los espumosos españoles ofrecen limpieza y ritmo. La burbuja arrastra grasa, la acidez sostiene y el conjunto aclara el paladar sin borrar las especias.
Si el picante sube, solemos optar por brut nature o extra brut de corte cítrico y floral. Si la salsa tiene más peso, una crianza más larga aporta cremosidad y equilibrio. Además, el espumoso sirve de puente cuando la mesa comparte platos muy distintos, evitando saltos bruscos entre copas.
Como detalle de servicio, preferimos copas tipo tulipa, pues recogen el aroma y mantienen una textura de burbuja agradable.
El azúcar residual bien medido tiene su lugar, y con postres como el rasmalai o el gulab jamun funcionan moscateles frescos, vendimias tardías con buena acidez o espumosos semisecos; acompañan sin competir y cierran con suavidad.
En salado, ciertos curries suaves aceptan blancos semisecos con tensión. Lo importante es que el vino no “caiga”, porque si pierde nervio, el plato se vuelve pesado. Por eso recomendamos probar en copa antes de decidir para toda la mesa y ajustar la temperatura.
Cuando aparece chocolate especiado en reducciones o salsas, un tinto dulce ligero o un rancio elegante se disfrutan en sorbos cortos, como un punto y aparte amable.
Pensemos en dos escenas de servicio y en lo que buscamos que pase en boca, siendo la primera cómo con la ostra aderezada con jengibre y manzana verde elegimos albariño porque aporta un golpe de frescura que aclara el yodo y aviva lo cítrico del aderezo, lo que hace que el bocado quede limpio y pida otro. Cuando alguien quiere algo con un poco más de abrigo, un godello con cierta cremosidad acompaña muy bien los curries suaves de pescado.
Por otro lado, en un butter chicken funciona de maravilla la garnacha de zonas frescas. La fruta roja aparece nítida y el tanino es amable, así que la salsa sigue siendo protagonista y el sorbo entra fácil. Si la mesa prefiere blanco, una verdejo seca y precisa cumple ese papel de “reset” entre cucharadas y deja las especias en su sitio.
Estas elecciones se apoyan en la claridad de sabores y un ritmo cómodo de servicio. Si alguna combinación despierta curiosidad, nuestra recomendación es probar un bocado con la copa al lado y dejar que la mesa decida.
En Benares Madrid entendemos el maridaje como una conversación. Probamos, ajustamos y escuchamos al comensal. El viñedo español ofrece repertorios muy distintos, lo que nos permite afinar sin caer en soluciones previsibles.
Si te apetece explorar, estaremos encantados de proponerte una ruta en copas. Lo importante termina siendo encontrar el punto en el que el plato y el vino se entienden; ahí, la cocina india y los vinos de aquí tienen mucho que decirse.
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Lunes a domingo de 13.30 a 17.00 y de 20.30 a 00.00
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Lunes a Miércoles de 13.30 a 16.00 y de 20.30 a 1.00
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